Tercera entrega de la saga Dark Souls para PC, Xbox One y PS4, que combina elementos de los juegos de aventura y acción y tercera persona, con tintes de rol para mejorar a nuestro personaje. El tercer capítulo de la serie de títulos de From Software será el primero en ser desarrollado íntegramente en consolas como Xbox One y PlayStation 4. En esta nueva entrega, visitaremos el oscuro y amplio reino de Lothric, aprenderemos nuevas habilidades vinculadas a las armas que empuñemos y combatiremos contra duras y ásperas criaturas, que en esta ocasión serán más peligrosas y rápidas que nunca.
Dark Souls III nos llegó con sensaciones encontradas. Por un lado, la gran acumulación de Souls en los últimos años nos ha puesto un poco contra las cuerdas. Hecho que se acrecentaba más aún con unos DLCs que, de tan redondos y abundantes de contenidos, parecían un capítulo más. Por otro lado, tenemos a un Hidetaka Miyazaki, director de la serie (a excepción de Dark Souls 2) y al que la propia FromSoftware colocó la corona de Rey Midas, asegurando tener algo de miedo por cómo sus usuarios afrontarían una entrega más.
Las primeras tomas de contacto fueron algo frías. Una beta de estrés que nos devolvía toda la ilusión de enfrentarnos a nuevos retos, pero bastantes familiares. Había de nuevo un dragón en un puente, un enemigo agazapado tras la entrada de una puerta… Y pensabas que la propia From te había hecho demasiado experto en sus propios juegos como para sorprenderte.
El inicio de Dark Souls III puede, y de hecho es bastante similar a todo lo descrito. Pero su capacidad de levantarse y hacer el último esfuerzo nos ha hecho cambiar de parecer progresivamente. Tras las primeras localizaciones, esta tercera entrega coge un pulso que ya no suelta, nos aprieta cada vez más y entreteje una red de dificultad progresiva como ningún otro capítulo anterior en la saga.
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